
Miró sus manos. ¡Cómo las odiaba! Estaban impregnadas de belleza y de muerte, en una combinación imposible de conjugar pero con la que se veía obligado a vivir. Sólo cuando la acariciaban, habían sido buenas. Su piel contra la de ella había espantado todo mal obligándolo a huir por un instante. Al mismo tiempo, habían alimentado su maldad oculta. El amor y la muerte, el odio y la vida. Opuestos que los habían convertido en polillas revoloteando cada vez más cerca de la llama. Y ella se quemó primero.
El sentía el calor del fuego en la nuca. Ya estaba cerca.
El sentía el calor del fuego en la nuca. Ya estaba cerca.
La Princesa del Hielo, Camilla Läckberg
4 comentarios:
es tan corto el camino, tan delgada la línea que divide la belleza, la muerte y la vida. Cada primavera puede ser en un instante una primavera mortuoria. La diferencia está en las flores, la vegetación es distinta y ya no hay vuelta atrás.
muy buenas letras, yo tambien he escrito un libro, me parece genial pasarme por un blog de calidad como este!
Escribes hermoso
TE felicito tu blog es excelente en todos los sentidos. Me encanta.
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