miércoles, 21 de enero de 2009

Odio


Odio este momento... este preciso momento en que no sé que es verdad y que no. Cuando creo ver que nada es lo que parece. Y que detrás de un gesto o una palabra vuelve estar la Mentira.


Odio perderme en ese sentimiento. Odio sentirme terriblemente aterrada incapaz de razonar. Odio el nudo en el estomago que hace que todo desaparezca, Y que todo vuelva de repente a mi sin avisar. Odio haber llorado. Odio haber creído. Odio haber sentido. Odio haber llegado a este punto en que ya no sé confiar, en que ya no sé en quien confiar. Y sobretodo Odio no ser capaz de no sentir todo esto.

domingo, 18 de enero de 2009

pronto...


No me mires ahora.
Aparta la vista a los recuerdos, a las esquinas marcadas, los portales acariciados, los rostros compartidos... ahora olvídate de mi.

Porque la vida que hasta ahora fue dejará de existir. Y el espacio que aquí ocupo quedará vacío... así que deja de mirarme.

Pronto ya no estaré aquí.


martes, 13 de enero de 2009

Lectura

Este les un fragmento de una libro que leí hace una año (mas o menos) y que estos días no he podido evitar releer...

Una historia de amor y oscuridad, Amos Oz

El tío David era un eurófilo evidente y convencido, especialista en literatura comparada, en literaturas europeas que eran su patria espiritual. No entendía por qué tenía que renunciar a su puesto y emigrar al Asia oriental, un lugar extraño y desconocido para él, sólo para cumplir los deseos de unos antisemitas ignorantes y de unos bandidos nacionalistas sin cerebro. Por lo tanto, se quedó en su cargo, con el fin de servir al progreso de la cultura, el arte y el humanismo que no tiene límite, hasta que los nazis llegaron a Vilna: los judíos, los intelectuales, los cosmopolitas y los amantes de la cultura no eran de su agrado, y por eso asesinaron a David, a Malka y a mi pequeño primo Daniel (..)

Hoy Europa ha cambiado completamente, hoy está llena de europeos de pared a pared. Por cierto, también las cosas que se escriben en las paredes europeas han cambiado radicalmente de forma: cuando mi padre era joven y vivía en Vilna, en todas las paredes de Europa ponía: “Judíos, marchaos a Palestina”. Hace unos cincuenta años, cuando mi padre volvió a visitar Europa, las paredes le gritaron: “Judíos, marchaos de Palestina”.