jueves, 11 de marzo de 2010

Lectura


"Te has sentado junto a mí, en el borde de la cama. Sigo con la mirada los dedos finos de tu mano, que acarician mi frente. Ya no tengo miedo. No dejas de llamarme, y leo en tus ojos que tú también quieres que te dé un nombre. Pero en tus ojos ya no hay tristeza, por eso me gusta tu visita. Cierro los míos cuando tu muñeca pasa por encima de mi nariz. Tu piel huele a mi infancia, ¿o era la tuya? Eres mi hija, amor mío, ahora lo sé, y durante algunos segundos más todavía. Tantas cosas que decirte y tan poco tiempo. Quisiera que rieras mi vida, que corras a decirle a tu padre, que va a esconderse a la ventana para llorar, que no llore más, que lo reconozco a veces, dile que sé quién es, dile que recuerdo cómo nos hemos amado puesto que lo amo de nuevo cada vez que viene a verme.
Buenas noches, mi amor, aquí duermo, y espero."

TU MADRE

Las cosas que no nos dijimos, Marc Levy