viernes, 19 de diciembre de 2008

Lectura


¿Qué guerra es esta que combatimos, seguros de nuestra derrota? Aurora, tras aurora, extenuados ya de todas las batallas que aún están por venir, nos acompaña el espanto del día a día, ese pasillo sin fin que, en horas postreras, será nuestro destino por haberlo recorrido tantas veces. Sí, ángel mío, así es el día a día: tedioso, vacío y anegado en desdicha. Las calles del infierno no le son en nada ajenas; uno acaba allí un buen día por haber permanecido en ese pasillo demasiado tiempo.
De un pasillo a las calles: entonces acontece la caída, sin sacudidas ni sorpresas. Cada día volvemos a experimentar la tristeza del pasillo, y paso tras paso, seguimos el camino de nuestra lúgubre condena.
¿Vio él las calles? ¿Cómo se nace después de haber caído? ¿Qué pupilas nuevas sobre ojos calcinados? ¿Dónde empieza la guerra y dónde cesa el combate?

Entonces, una camelia.

La elegancia del erizo, Muriel Barbery

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