sábado, 18 de abril de 2009

Lectura


Somos supervivientes, le dijo desde el otro lado de la lámpara. ¿Supervivientes?, dijo ella.
Sí.
¿Se puede saber de qué demonios hablas? No somos supervivientes. Esto es una película de terror y nosotros somos muertos andantes.
Te lo suplico.
Me da igual. Me da igual si lloras. Para mí no significa nada.
Por favor.
Basta.
Te lo suplico. Haré cualquier cosa.
¿Como qué? Debería haberme decidido hace ya tiempo. Cuando quedaban tres balas en la pistola en lugar de dos. Fui una estúpida. Ya lo hemos hablado un montón de veces. No me he convencido yo sola de esto. Me han convencido a la fuerza. Y no puedo más. Incluso había pensado no decirte nada. Probablemente hubiese sido lo mejor. Tienes dos balas y luego ¿qué? No puedes protegernos. Dices que darías la vida por nosotros pero ¿de qué sirve eso? Si no fuera por ti me lo llevaría conmigo. Sabes que no haría. Es lo más adecuado.
La carretera, Cormac McCarthy

2 comentarios:

Soy ficción dijo...

Vaya, las situaciones extremas pueden sacar lo mejor o lo peor de nosostros mismos...

dani dijo...

una amiga mía me regaló el libro, y yo era un poco escéptico, pero tengo que confesar que a la postre me ha resultado el libro más impactante que he leído en 3 años...me encantó que empezara en medio de la nada, que nadie tuviera nombre, me dio una enorme pena el final, lloré por el padre y por el hijo, por la subida de marea, por la superación...los diálogos entre el padre y el hijo son brutales, absolutamente brutales -me recordaron mucho a ray loriga-...creo que la intensidad que alcanza el libro nos hace sumarnos al trote de ese carro destartalado...y creo que Cormac fue piadoso en algunos pasajes, sólo para no caernos mal...