lunes, 28 de febrero de 2011

Lectura


El dos gana al uno. El uno es mejor que el cuatro. El tres puede bastar o pasarse. El cinco es llegar demasiado lejos. El seis, un delirio.
Ahora va avanzando, adentrándose cada vez más en el inframundo de su propia nada, el lugar de su interior que coincide con todo lo que ella no es. Sobre su cabeza el cielo es gris, azul o blanco, a veces amarillo o rojo, en ocasiones púrpura. Bajo sus pies la tierra es verde o parda. Su cuerpo se yergue en la confluencia del cielo y la tierra, y es suyo y de nadie más. Sus pensamientos le pertenecen. Sus deseos también. Encallada en el reino del uno, invoca al dos, el tres, el cuatro y el cinco. A veces seis. En ocasiones incluso el sesenta.
Sunset Park, Paul Auster

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