domingo, 1 de febrero de 2009

Lectura


Mr. Sebastian suspiro y sacudió la cabeza.
-Lo siento, Henry- dijo-. Pero tal vez sea mejor así. Todo sucede por alguna razón. Deja ya el pasado. Quizás ésa sea la lección de todo esto: "dejar el pasado". Siempre es mejor olvidar, sobretodo cuando los únicos recuerdos que tienes son tristes.

Y, así, Henry dio meda vuelta y se fue. Allí nos dejó. Bajó las escaleras, se montó en su coche y descendió por aquella ladera sin sendero, dejando atrás las rosas que se desmoronaban y los ojos de todos los fantasmas que le seguían con la mirada, poniendo tierra entre él y el hotel Fremonyt por siempre jamás, y solo. Yo le eché de menos al instante, pero no tuve fuerzas para seguir mirando. Cerré los ojos y no volví a abrirlos nunca más.

Mr, Sebastian y el mago negro, Daniel Wallace

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